"La verdadera grandeza, no necesita la humillación del resto" - Amado Nervo -

jueves, 12 de julio de 2012

¿Estamos satisfechos con nuestra vida?



¿Estamos satisfechos con nuestra vida?

El lugar favorito de la lechuza que tenemos 
en casa de mis padres.
Sí, esa es una pregunta que nos hacemos muchas veces a lo largo de nuestra vida, a la que siempre contestamos de la misma forma... ¡claro que estoy satisfecha! ¿Cómo voy a quejarme de que no soy feliz, de que no estoy contenta con la vida que vivo? Muchas, la mayoría de las veces, nos negamos a aceptar que podemos tener momentos en que nuestra vida no nos gusta, nuestra relación con las personas cercanas no van todo lo bien que desearíamos, nuestra satisfacción con la vida que llevamos, no es tal satisfacción, sino sólo una aceptación de lo que "nos ha tocado vivir", y lo aceptamos sin más, porque tiene que ser así, porque siempre ha sido así, en vez de negar la evidencia de que realmente no debiéramos aceptar algo que no nos hace felices, tan sólo por el simple hecho de que nos merecemos ser felices, merecemos estar satisfechos con la vida que hemos elegido, merecemos vivir la vida que siempre hemos soñado vivir, que para eso lo decidimos así en algún momento.
Uno de los rincones del patio
de la casa de mis padres.
Sin embargo, aceptamos de buen grado, aunque quejicosos, que tenemos que madrugar para ir a trabajar, en un trabajo que no nos satisface, simplemente tenemos que hacerlo porque es lo mejor que hemos podido encontrar y, en vez de luchar por conseguir hacer lo que nos gusta, nos conformamos con echar la culpa al destino porque no nos ha proporcionado un lugar de trabajo acorde a nuestras expectativas. Nos adaptamos a una relación que en vez de enriquecernos nos va destruyendo lentamente, nos sentimos atrapados en ese vivir cada día con su rutina, sin hacer ni un sólo esfuerzo por cambiarla, aceptando que es lo que nos ha tocado y sintiéndonos menos decepcionados tan sólo por el hecho de que según las estadísticas un alto porcentaje, también está en la misma situación, es decir: el "mal de muchos, consuelo de tontos", que suele repetirse por ahí. 
El atardecer cuando volvemos del pueblo.
Todo esto en vez de tomar las riendas de nuestra vida para empezar a cambiar todas esas cosas que nos desagradan, en vez de ser valientes para coger el toro por los cuernos y enfrentarnos a nuestros miedos, a esa gente cercana que en vez de ayudarnos a dar lo mejor de nosotros, se retraen y no mueven un dedo por sacar de nosotros todo lo bueno que podemos dar y, al contrario, nos crean inseguridades y miedos para, de esa forma tenernos dominados.
                                                                                                        (T. Izquierdo. Febrero-2012)